Serbia huele a historia. Sus calles han vivido grandes batallas y aún hay evidencias de la última disputa en este territorio y la dolorosa guerra de los Balcanes. Sin embargo, hoy son un remanso de paz con unos ciudadanos acogedores, ciudades repletas de cultura y varios parques nacionales.
Si Serbia tiene mucha historia, este nace en la fortaleza de Belgrado, donde se juntan los ríos Danubio y Sava. Dentro de sus murallas, se encuentra el casco antiguo y un bonito parque.
El gobierno serbio ha elegido varias maravillas turísticas de su país y una de ellas es el tren Šargan Eight, que viaja entre Mokra Gora y la estación de Šargan Vitasi. El recorrido es un lujo de paisajes.
Situada en la frontera con Hungría, Subotica es una de las ciudades más bonitas de Serbia por su relación con el "art Nouveau". No dejes de visitar su caja de ahorros y el palacio de Ferenc Raichle.
Otra de las maravillas destacadas por el Gobierno es el complejo en ruinas de Gamzigrad-Romuliana. Este palacio fue construido en el siglo III y es una de las evidencias de época romana.
Serbia también es un paraíso natural con varios parques nacionales. El Đerdab es el más grande, con 660 km² de superficie, donde destaca el impresionante desfiladero de Puertas de Hierro.
Serbia es un país realmente frío en invierno, sobre todo, en las zonas sur y oeste. Por ello, si eres amante de climas cálidos, es mejor que viajes en primavera, cuando se registran temperaturas de unos 25 °C, o en verano.
Serbia mantiene acuerdos con todos los países de la Unión Europea para que sus ciudadanos puedan entrar sin necesidad de visado y permanecer un máximo de noventa días como turistas.
Desde Madrid y Barcelona, se puede volar de forma directa al aeropuerto de Belgrado-Nikola Tesla, con precios que rondan los 37500 RSD (alrededor de 320 EUR).
Serbia tiene conexiones ferroviarias directas con los países vecinos, además de con Eslovenia y Austria. Si quieres viajar desde España, lo mejor es cruzar Francia e Italia y viajar después desde Liubliana a Belgrado.
La ruta más rápida y sencilla para ir desde España es viajar por la costa mediterránea francesa, cruzar Italia y llegar a Eslovenia. Desde Liubliana, debes poner rumbo a Belgrado cruzando Croacia en una ruta con un precio de unos 17500 RSD (unos 150 EUR) en peajes.
Viajar en autobús entre España y Serbia es una alternativa muy larga y exige varias escalas. Una opción es viajar a Ginebra (catorce horas), después a Liubliana (doce) y, desde allí, conectar con Belgrado.
En las principales ciudades, hay distintas opciones de hoteles y albergues, además de los "sobe" (habitaciones privadas) y "apartmani" (apartamentos). El Gobierno, además, potencia el camping y existen varios refugios públicos.
Serbia es un país con varias opciones de transporte público, sobre todo, en Belgrado, donde operan autobuses, tranvías y un tren de Cercanías para conectar con la zona metropolitana. Los precios rondan los 50 RSD (unos 0,45 EUR) en todas las ciudades.
La red ferroviaria de Serbia es algo lenta, pero también muy económica. Si quieres abaratar tu viaje, puedes utilizar las rutas que unen la capital con Niš, Subotica, Valjevo, Vršac y Mitrovica.
Es el principal medio de transporte del país, con muchas rutas y una alta frecuencia. Por ejemplo, para ir de Belgrado a Niš, el precio es de unos 1000 RSD (8,50 EUR, más o menos) y el trayecto dura unas tres horas y media.
El coche es una buena alternativa para descubrir los diferentes rincones del país y, además, existe una amplia oferta de empresas de alquiler. El precio para un coche pequeño es de unos 3000 RSD (alrededor de 25 EUR) por día.
Serbia es un país barato y muy cómodo para el turista, ya que se permite el pago con tarjeta de crédito en la mayoría de los locales, además de que dispone de una amplia red de cajeros automáticos y de oficinas de cambio. Los visitantes pueden disfrutar de una comida en un restaurante local por unos 1175 RSD (10 EUR, más o menos) o cenar en un restaurante de lujo por cerca de 2500 RSD (unos 21 EUR).