Todos los pueblos mágicos ofrecen cosas increíbles: desde paisajes impresionantes, pasando por zonas arqueológicas, bella arquitectura que habla de un pasado colonial y hasta tradiciones que se reflejan en artesanías y gastronomía. Pero hay 111. ¿Por cuáles empezar?
Para ahorrarte algo de tiempo en la búsqueda y dejarlo para concentrarte en el trabajo y dejar de procrastinar (¿te leemos la mente?), seleccionamos 10 pueblos mágicos de México que no te puedes perder. Ahora ya tienes por donde empezar y lo mejor es que aún te quedarán 101 opciones para descubrir más adelante. ¡Allá vamos!
1. Mitla – Oaxaca
El nombre completo de este pueblo mágico en Oaxaca es Juan Pablo Villa de Mitla y es conocido por su zona arqueológica, uno de los principales centros ceremoniales y con una ornamentación muy diferente a otras construcciones del país. De hecho, su nombre en náhuatl significa “lugar de los muertos” o “inframundo”, pero que esto no te asuste: Mitla tiene mucha luz para ofrecer.
Si eres un amante de la gastronomía, Mitla también será sagrada para ti y sobre todo si aprecias el mole: podrás optar entre negro, verde, amarillo y colorado. Prueba su mezcal como aperitivo y si estás por allí en el Día de los Muertos, tendrás cientos de opciones para sorprenderte con su Pan de Muertos tradicional. Si te gustan los textiles, el Mercado de Artesanías te ofrece hamacas, ropa y sarapes hechos con telares y pedal. Compra uno y llévate una muestra preciosa de este pueblo mágico a casa.
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2. Tlatlauquitepec – Puebla
Primero, practica unas cuantas veces cómo decir Tlatlauquitepec sin equivocarte. Y cuando lo hayas conseguido, haz el equipaje para pasar un fin de semana bien movido en este pueblo mágico de Puebla. Edificios históricos, comidas que sorprenderán incluso a paladares entrenados y hasta deportes extremos: no es nada fácil agotar a este pueblo mágico de la sierra poblana.
Date una vuelta por su Plaza de Armas y visita el Palacio Municipal, construido como hospital principios del siglo XIX. En el mismo paseo, admira las pinturas en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y, desde su campanario, contempla de lejos el Cerro Cabezón y sus paredes de roca caliza. Si esa primera aproximación al cerro te tentó, entonces acércate y descubre sus cuevas. O dobla la apuesta y escápate a sus alrededores naturales a practicar rappel en las cascadas y senderismo. ¿Tanto deporte te abrió el apetito? Nada que sus famosas carnes ahumadas no puedan arreglar. Ñam, ñam.
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3. Bacalar – Quintana Roo
Sí definitivo: entre los pueblos mágicos de México, Bacalar es uno realmente paradisíaco. Esta comunidad que mira a la increíble Laguna de los Siete Colores fue un lugar clave para el tránsito de mercancías y, por eso, acechada por piratas que querían hacerse con todos sus tesoros. De esa época viene el fuerte que hoy es el Museo de San Felipe: no te lo pierdas para aprender sobre corsarios centroamericanos y sobre la historia de este pueblo mágico.
Por lo demás, Bacalar es tan hermoso que con solo mirar ya estarás satisfecho. Renta un kayak y rema sobre la laguna para descubrir los diferentes tonos de azul que causan las diferentes profundidades y la vegetación submarina. Sumérgete en el Cenote Azul y explora las cuevas bajo la superficie practicando snorkel y buceo. O descubre el pueblo a través de un largo recorrido en bicicleta. Si vas con tiempo, adéntrate en la selva y explora Kohunlich, una de las zonas arqueológicas más importantes de la cultura maya. Pura belleza.
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4. Pátzcuaro – Michoacan
Conocido como “la puerta del cielo” por la comunidad purépecha prehispánica, era imposible que este pueblo mágico escapara de nuestra selección. Con una sintonía preciosa entre construcciones barrocas y neoclásicas y las casas de adobe y techos de paja, a las que se suman la riqueza de sus artesanías, tradiciones y gastronomía, es una joya cultural de Michoacán. Y es pura calma.
Ideal para una escapada de fin de semana, Pátzcuaro se recorre fácilmente caminando. Visita la Basílica Nuestra Señora de la Salud, el Templo del Sagrario y el Colegio de la Compañía de Jesús. La Casa de los Once Patios es perfecta para detenerse y relajarse respirando el silencio. Y no te pierdas el Museo de Artes e Industrias Populares para aprender sobre sus maravillosas artesanías. Al final del día, siéntate en uno de sus tantos restaurantes y pide un buen plato de su famoso pescado blanco: ese es el sabor de la redención.
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5. Tequila – Jalisco
No habrá sorpresas si afirmamos que este pueblo mágico de Jalisco tiene un sabor en concreto: ¡bienvenidos al hogar del tequila! Jalisco es la tierra del agave y el lugar perfecto para descubrir todo lo relacionado con esta bebida que se asocia a México en todos los continentes.
Si vienes desde Guadalajara, tómate el tren José Cuervo Express y viaje entre las plantaciones de agave declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una vez en el pueblo, adéntrate en la historia del destilado en el Museo Nacional del Tequila y visita una de las grandes tequileras para ver desde dentro cómo se fabrica este elixir. Además, Tequila tiene una hermosa arquitectura colonial y lugares históricos que puedes descubrir caminando o bordo de unos simpáticos trenes con forma de tonel. ¿Y la naturaleza? El Volcán de Tequila te espera con ciclismo y escalada. Tequila es un placer, o varios.
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6. Papantla – Veracruz
Heredero de la cultura totonaca, este pueblo mágico en el golfo de Veracruz te causará una buena impresión desde el principio: ¿cómo no dejarse seducir por un lugar en el que todos los rincones huelen a vainilla? Confirma su belleza visitando la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, de arquitectura franciscana, o el mural escultórico a la cultura totonaca, que describe la historia de Papantla desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad y se encuentra justo en el centro de la ciudad.
Papantla también se caracteriza por ser el lugar de los voladores, los 5 hombres que se lanzan al vacío sujetados solo por una cuerda en un pie y que bailan en el aire dando 13 vueltas. Representan “El Juego del Volador”, icono de la población y una antigua tradición mexicana en la que se pide a los dioses por la bonanza durante el año siguiente. Verlo in situ es algo espectacular. Y por cierto, a tan solo 9 kilómetros de Papantla está la zona arqueológica El Tajín, declarada Patrimonio de la Humanidad y una de las más importantes de Mesoamérica. Imperdible.
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7. Dolores Hidalgo – Guanajato
Fue precisamente en este pueblo mágico de Guanajato donde comenzó la nueva historia de México: considerado como “la cuna de la independencia”, aquí ocurrió el Grito de Dolores, la llamada a las armas para derrocar el virreinato. Así que interesados en la historia, Dolores Hidalgo los recibirá con los libros abiertos.
Para conocer nuestro pasado: la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, el Museo Nacional de la Independencia y la Casa de Visitas, una maravillosa casona señorial del siglo XVIII. Si tienes alma de coleccionista, el Museo del Bicentenario te ofrece más de 800 piezas curiosas, como timbres, medallas, fotos e un incluso un fonógrafo con la voz de Porfirio Díaz. Un dato raro y maravilloso: Dolores Hidalgo también es conocido por su singulares helados y nieves de sabores exóticos. Anímate y prueba uno de mole, chicharrón o hasta de camarones.
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8. Tepoztlán – Morelos
Dentro de los pueblos mágicos cerca del DF, Tepoztlán es uno de los más singulares. Ostenta un monumento al pulque, se dice que fue la cuna de Quetzalcoatl y, además, los lugareños afirman que desde el Cerro de Tepozteco se pueden avistar ovnis. Y esto no se queda ahí: puedes limpiar tus energías hospedándote en un hotel que ofrece un temazcal entre sus servicios. ¿Cuándo nos vemos por ahí?
Además de conocer el Museo Carlos Pellicer y su colección de piezas arqueológicas, reserva un día para caminar por el tianguis artesanal. Allí podrás encontrar joyas, ropa, semillas o instrumentos musicales originales: no tendrás excusa para irte sin un souvenir. En el mercado de Tepoztlán, un clásico, puedes probar su deliciosa gastronomía. Los tacos de cecina, panzita y pozole o los itacates, una especie de gorditas con forma de triángulo, son una delicia. Un plus: todo está hecho con productos orgánicos locales.
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9. Huasca de Ocampo – Hidalgo
Huasca de Ocampo es uno de los pueblos mágicos de Hidalgo que te hará viajar en el tiempo. Visita la hacienda de Santa María Regla y admira su acueducto y explora su mazmorra. O pasea por los jardines de la hacienda de San Juan Hueyapan, para seguir hasta la Iglesia de San Juan Bautista y perderte en sus cuadros.
Si te gustan las obras de arte naturales, en Huasca de Ocampo te sorprenderás: alberga los Prismas Basálticos. Estas impresionantes columnas bañadas por la presa de San Antonio son una de las 13 maravillas de México. Sigue tu exploración natural por el Parque Ecoturístico Bosque de Las Truchas con un paseo en lancha o a caballo. Y si te gustaría sumergirte en la magia, visita el Museo de los Duendes. Podrás descubrir talismanes y otros objetos que certifican la leyenda de que en Huasca habitan unos cuantos de estos seres míticos.
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10. Bernal – Querétaro
Se dice que la Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, provee a los pobladores de Bernal de energía vital. Así, son muchos los que durante el equinoccio de primavera se acercan a este pueblo mágico en Querétaro a cargarse de buenas vibras. ¿Cómo perderse este baño energético? Compruébalo tú mismo y, si te animas, asciende en cuatrimoto a la cima. La vista también es revitalizante.
Además, este pueblo mágico cerca del DF es perfecto para darse el gusto de tomar una buena copa de vino mexicano. Visita los Viñedos Azteca y súmale una degustación con diferentes tipos de queso. Y si te quedas con ganas de algo dulce, prueba una, o algunas, de sus famosas obleas y natillas. Y los golosos podrán extenderse en la Casa Museo del Dulce. Aprende todo sobre su fabricación artesanal y llévate un dulce para compartir de vuelta en casa. Si no se terminan por el camino, por supuesto.
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